Dos horas antes de empezar el tratamiento con el láser, apliqué EMLA en la mitad de la cara por la que iba a empezar a lasear. De inmediato noté una sensación de frío, así que me alegró pensar que esta vez la sesión facial sería menos dolorosa que la anterior.
Dos horas más tarde empecé a lasear, y cual fue mi sorpresa al notar el dolor del láser churrimascando algún que otro pelillo:
¡¡¡AyAyAyyy!!!
Imagino que apliqué menos cantidad de crema de la que en realidad necesitaba, porque dolía practicamente igual. Eché mano del hielo, que esta vez sí que me ayudó. No notaba el frío en la cara, pero sí el efecto del láser... En fin.
A pesar de los pesares, esta semana aguanté mucho mejor el dolor que la semana anterior. Es lo que tiene el placer de ser mujer, ¿verdad?
Empiezo ver algo, pero todavía no me atrevo a llamarlo "resultados" porque me parece algo pronto, pero lo cierto es que hay pelopúas de la cara a los que no he vuelto a ver desde la segunda sesión. Algo similar pasa en los brazos, donde las calvas son más que apreciables y el resto de pelillos tardan más en salir.
Tras la segunda sesión de ingles y depilación brasileña los resultados son calvas claramente visibles. Y lo mismo puedo decir del vientre.
Pero lo dicho, es muy pronto todavía para hablar de resultados (y mucho menos definitivos), pero esas calvitas animan mucho a seguir.
Contrariamente a lo que leo en el blog de
Amanda, no se me hacen pesadas las sesiones con la Tria. Tal vez es porque soy una persona muy paciente, o porque llevo tantos meses deseando tenerla que tuve muchísimo tiempo para mentalizarme de lo que suponían las sesiones con la Tria: tiempo, dedicación y paciencia, pero me compensa si acabo con la mayoría de indeseables de mi cuerpo.
En unos días, más.
Saludos a tod@s.
